La España del Siglo XIX era aún tierra de Quijotes.
Entre los hoy semidesconocidos aventureros que recorrieron el siglo, Antonio Martínez de Castilla destaca como uno de los principales dirigentes de la mayor disidencia religiosa existente en este país.
Portador del mensaje del puro Evangelio, luchó contra gignates exteriores e interiores.
Como héroe romántico típico, puso todo su mundo sentimental y pasional, su mundo interior, al servicio de una obra.
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