Dios estableció para la humanidad un camino que conduce al éxito en todo. Pero el hombre dejó de obedecer a los principios, pecando, perdiendo la autoridad que Dios le había dado y dejando que el humanismo entrase a dominar y ejercer el gobierno.
Hoy el llamado divino es a retornar a los principios bíblicos, al camino de la eternidad, un camino agradable, apacible, próspero y en sobremanera excelente, de donde el hombre nunca debió haber salido.
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