La misericordia de Cristo por nosotros, y nuestra demostración de esta misericordia hacia los que están dentro y fuera del cuerpo de Cristo es la clave para el futuro de la iglesia, de la misión, y de la mayordomía, de vivir nuestra vida cristiana juntos en amor y perdón, para movernos valiente y confiadamente hacia el futuro con coraje en el evangelio (del Prefacio).
Por dos milenios los cristianos se han hecho eco del ruego del mendigo ciego: “¡Cristo, ten piedad!” Estas palabras son parte de la liturgia histórica (el kirie) y han sido proclamadas junto a los lechos de muerte y en salas de enfermos y después de desastres naturales o producidos por el hombre. Pero, ¿qué significa pedir a nuestro Señor y Salvador que tenga piedad? ¿Y qué acerca del mandato de Cristo a ser misericordiosos, así como Dios ha sido misericordioso con nosotros?
A través del estudio de las Escrituras, las experiencias de la vida real, y los escritos de los padres eclesiásticos luteranos, Cristo ten piedad nos impele a considerar las innumerables oportunidades que tenemos para mostrar misericordia a hermanos cristianos y a cualquier persona que Dios pone en nuestro camino.
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