La sociedad posmoderna grita su vacío en medio de las tendencias, el relativismo moral y el egoísmo hedonista. Ante ello, la iglesia se enfrenta al desafío de fundamentar la predicación y praxis de su fe en medio del río desbocado de tales corrientes. Estas han formado la figura del "cristiano burgués" el cual desea resultados sin procesos y gloria sin cruz. Sin embargo, el mensaje y la experiencia de la cruz es la respuesta al hedonismo e individualismo social.
La llamada de Jesús al seguimiento es la que invita hoy al cristiano y a toda persona a desprenderse de sí mismo para seguir a Jesús cargando su propia cruz y así poder declarar junto con el apóostol Pablo: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí" (Gál. 2:20).
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