Sí, la adoración. En la Biblia, el éxodo representa la liberación del pueblo de Dios. Como todos sabemos, el primer éxodo tiene que ver con Moisés, su liderazgo y la salida del pueblo de Israel de la tierra de Egipto.
El segundo éxodo es aquel mandato del rey Ciro dirigido a los judíos que habían estado cautivos durante cincuenta años por los babilonios y que consistía en retornar a Jerusalén y edificar un templo. Pero el tercer éxodo tiene que ver con el Señor Jesucristo.
Este es el más excelente, profundo y glorioso de todos los éxodos, el cual implica la posibilidad de liberación para toda la humanidad. El propósito de cada uno de los éxodos fue siempre el mismo: la liberación de los oprimidos, angustiados y necesitados. Llevarlos a un lugar mejor y transformarlos en adoradores en verdad.
“Recomiendo la lectura de El tercer éxodo para ayudarnos a dejar atrás definitivamente toda mundanalidad, ser renovados en el espíritu de nuestra mente y vivir cada día en el nivel más alto de la vida cristiana como genuinos adoradores de Dios”. —Sergio Scataglini
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