Los movimientos que se dispararon entre los siglos XVI y XVII significaron cambios profundos en el curso del testimonio cristiano y pusieron en marcha ideas prácticas que todavía tienen vigencia en todo el mundo. La mayoría de los evangélicos latinoamericanos podemos remontar nuestras raíces históricas, teológicas y religiosas a estos siglos. El mundo posmoderno en el que hoy nos desenvolvemos no deja de ser una continuación o consecuencia del mundo moderno gestado en este período de estudio, que bien merece ser calificado como el período de las reformas de la Iglesia.
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