A las niñas buenas se les enseña desde temprano que servir a Dios significa ganarse el amor de Dios y sacrificarse para suplir las necesidades de otros. Por desdicha, después de vivir una vida que ella creyó era lo que Dios demandaba, su esposo quería, sus hijos necesitaban y su iglesia esperaba, Lynne Hybels se sintió perdida, para ella y para Dios. En este libro tierno y sabio, Hybels nos habla de sus luchas para dejar de vivir la vida de otra persona y reclamar los dones únicos, fortalezas y pasiones que Dios le dio. Y ella revela cómo alejarse de su falsa idea de Dios como un capataz áspero y exigente le permitió descansar en el protector amor divino. Como ella lo explica, nunca es demasiado tarde para descubrir que quien eres en realidad es lo que precisamente agrada a Dios y el mundo necesita.
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