Me cuesta muchísimo detenerme para escuchar a Dios y dejarme guiar. Pero el Espíritu Santo me dio una indicación muy directa: "Debes explorar y practicar la oración hasta llegar a entenderla." Obedecí e hice algo absolutamente decisivo: Oré.
Han pasado veinte años desde entonces y mi vida ha sido transformada. La mayor satisfacción no ha sido la lista de respuestas milagrosas, aunque eso fue maravilloso. Lo más hermoso fue cómo cambió mi relación con Dios, si bien, cuando empecé a orar, no sabía que eso iba a pasar.
Una guía práctica que revolucionará su vida de oración:
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