Antes del siglo dieciocho, era incuestionable que el universo y el tiempo empezaron cuando Dios los creó. A partir del siglo dieciocho y hasta la mitad del veinte, estuvo en vigor un encarnizado debate entre creacionistas y evolucionistas. En los cincuenta se suponía que la controversia sobre el origen de la vida había quedado resuelta por la evidencia científicamente incontestable de la evolución. Y a finales del siglo XX, el debate entre creacionismo y darwinismo se daba por cerrado con un triunfo por goleada del naturalista inglés.
Pero ahora, a comienzos del siglo XXI, todo se cuestiona de nuevo. Y en este aspecto, Darwin parece haber seguido los pasos de Marx y Freud. De modo que estamos confrontando de nuevo las antiguas preguntas: ¿Tuvo o no tuvo comienzo el universo?, ¿tiene o no tiene final?, ¿fue diseñado?, ¿surgió por azar?
Ahora que sabemos que el universo tuvo un principio y conocemos mucho más sobre la vida en la Tierra, ha pasado una cosa sorprendente. La evidencia científica, lejos de dar soporte a un universo ateo y sin sentido, respalda a un universo que estalla de diseño. ¿Cuál es esta evidencia?, y si es tan evidente ¿por qué le está tomando tanto tiempo a la comunidad científica y a nuestra cultura aceptarlo?
LA OBRA:
¿En que se diferencia, pues, este libro, de otros muchos otros que ya existen en el mercado y que tratan este mismo tema?
La autora, Denyse O’Leary, busca responder a las mismas preguntas. Pero lo hace de modo distinto. No con páginas y páginas de jerga científica o filosófica, sino con unos conceptos y ejemplos breves, expresados de manera simple y comprensible. Su ventaja, en este aspecto, es que a pesar de ser persona de amplios conocimientos científicos, la ciencia no es esta su profesión. Es periodista y escritora especializada en temas de ciencia, y su trabajo consiste, precisamente, en dar a conocer los grandes descubrimientos y logros científicos de cada momento, al gran publico, de un modo comprensible.
En este caso, para alcanzar su propósito, tras una amplia introducción en la que explica brevemente la historia del debate y analiza la situación presente de la controversia entre religión y ciencia, divide su exposición en cuatro partes:
Dedica la primera a explicar como el “Big-Bang” dinamitó la tesis hasta entonces universalmente aceptada del universo eterno, exigiendo de nuevo una causa a la realidad de su origen y desarrollo: ¿diseño o azar?; y posibilitando con ello el regreso de Dios a la escena. Asumida esta realidad, en los dos capítulos siguientes expone, con toda claridad y absoluta imparcialidad, los argumentos de ambos contendientes: a favor del azar y a favor del diseño.
En la segunda parte, entra ya de lleno en el debate sobre el origen de la vida. Analiza a fondo las teorías de Charles Darwin, la crisis que desencadenaron en su época y el debate posterior, especialmente en el mundo anglosajón, en el que resulta de especial relevancia la postura del apologista cristiano C.S. Lewis sobre “cambios” y “mejorías”. Y se pregunta ¿es incompatible Darwin con la Biblia? Repasa la situación en los Estados Unidos; el Juicio de John Scoopes en 1925 sobre la enseñanza de la evolución en las aulas, y la polémica cultural originada por el mismo, que ha llegado hasta nuestros días. Indaga también el las posiciónes del neodarwinismo actual y como, poco a poco, ha evolucionado en si mismo, de la mano de personajes como Dawkins y Gould, dejando de ser ciencia para convertirse en un dogma, una nueva forma de religión.
La tercera parte, analiza las consecuencias sociales y morales del debate, reflejadas en la secularización del mundo moderno, que se basa en la realidad, como afirmaba H. G. Welles, de que si el ser humano ha evolucionado ascendentemente, y por tanto no hubo Eden, caída, ni pecado, el relato completo del cristianismo colapsa como un castillo de naipes. Para ello, estudia y disecciona cada una de los diferentes enfoques al tema mantenidos por diversos grupos cristianos y por grandes científicos cristianos; la deriva de los políticos, y la influencia de Internet en el resurgimiento del creacionismo.
Finalmente, describe el DI (diseño inteligente), que como lo define, no es creacionismo ni naturalismo, ni tampoco una síntesis de ambas cosas, como una tercera vía. Explica los argumentos a favor y en su contra, las acusaciones por parte de los científicos, de que no es ciencia sino teología, y el rechazo por parte de los creacionistas que alegan que no es teología sino ciencia, y se pregunta: ¿son reconciliables ambas posturas? ¿la ciencia puede considerar la idea de que el universo fuera diseñado por un Creador inteligente o la teología aceptar que ese Creador utilizara la evolución para sus propósitos?
Concluye afirmando que guste o disguste, por una u otra razón tanto a los ateos como también a muchos creyentes «hemos comenzado a ver los efectos de la muerte del modernismo, para bien o para mal. Pero la gran noticia es que… el diseño está de vuelta, y para quedarse.»
Estamos ante un libro de apologética cristiana de alto nivel. Serio y riguroso. Que analiza el tema exhaustivamente y con una base documental abrumadora Pero que por su redacción periodística y su compaginación a modo de revista, mediante gráficos, recuadros y cajas separadas de información complementaria relacionada, se devora como si se tratara de una novela.
Un libro que todos los maestros y educadores cristianos deben leer sin falta. Y que todos los padres cristianos con hijos cursando estudios secundarios y universitarios, deberían adquirir y poner en sus manos como el mejor regalo.
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