El autor comenta: "Creo en el buen humor y, por consiguiente, la risa se ha de producir como resultado. El humor tiene su lugaren el púlpito. Si se sabe usar con tino y en la dosis conveniente, el predicador podrá establecer con la audiencia una conexión muy eficaz para captar su atención."
En este libro, Antonio Gómez, nos presenta una selección de alegres historias, curiosas anécdotas y textos escogidos como si quisiera establecer una nueva ordenanza, la ordenanza "de la sonrisa".
Como buen intérprete de la Palabra de Dios, el pastor Gómez, sabe que la sonrisa es tanto un puro don del cielo como una construcción, una mezcla de las dos cosas.
No hay verdades prohibidas, lo que debería estar prohibido es decir la verdad con amargura, con afanes de herir. Cuando una de nuestras frases o mensajes molesten a los oyentes no es tanto porque ellos sean egoístas y no les guste oír la verdad, sino porque nosotros no hemos sabido decirla, porque no hemos tenido el amor suficiente como para pensar hasta siete veces la manera en que podríamos hacer una agria verdad.
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