Cuando se haya escrito la historia espiritual del mundo occidental durante el siglo XXI, es probable que sea considerada una época de letargo espiritual. Las realidades eternas parecían difusas y alejadas de la vida diaria, y la conformidad al mundo se manifestó en el descuido y el abandono de las cuestiones espirituales. Por eso no es ningún anacronismo reeditar un libro de una época en que las personas tenían una conciencia más profunda del mundo venidero, escrito por un siervo de Dios cuya predicación y cuya obra escrita se utilizaron para dar la alarma y despertar a muchos a las preocupaciones de la vida y la muerte.
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