El avenirse a la fe es como enamorarse.
Cuando nos acercamos por primera vez a la fe, es como si se escondiera una luz. Todo parece tan claro, puro, simple. Luego, cuando sufrimos desilusiones con Dios, con nosotros mismos, y con los demás, nos preguntamos qué sucedió. Si Cristo es La Respuesta, ¿por qué tenemos tantas preguntas? El autor, basándose en su propia experiencia, escribe con toda honestidad y nos ayuda a ver la paradoja: ¡que en realidad la luz brilla precisamente cuando abrazamos la oscuridad y no cuando la evitamos!
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