Encuentra la restauración a partir de las ruinas de un compromiso sexual.
El autor analiza como persona y como seguidor de Cristo por qué el pecado sexual es el peor de los pecados, no poque Dios tenga mayor dificultad para perdonarlo, sino porque desde el punto de vista personal e interpersonal es muy perjudicial, pues lastima a otros además de inhibir nuestro propio crecimiento.
Con una lucidez directa, pero sin dejar de ser compasiva, el autor habla a los corazones y almas de aquellas personas que han caído en la inmoralidad sexual o han sufrido las consecuencias de esta, así como a todos los que procuran ministrar la plenitud y la recuperación en la vida de otras personas.
En este libro se pone a disposición de cualquier persona sincera que quiera hacer la voluntad de Dios en su vida herramientas reales de sabiduría bíblica y aplicaciones prácticas necesarias para traer esperanza, sanidad y restauración de las transgresiones sexuales.
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