En esta epístola a los colosenses, Pablo responde a los desafíos planteados por varias corrientes religiosas en el Asia Menor del siglo primero, señalando a la iglesia la suficiencia de la obra de Cristo y su señorío sobre las vidas de los creyentes. A través de esta lente cristológica, Pablo critica las prácticas religiosas que no se ajustan al verdadero evangelio y presenta una forma de vida alternativa que refleja el señorío de Cristo en todos los aspectos de la vida. En su epístola a Filemón, Pablo lanza un profundo desafío a los creyentes al pedir el reajuste de las relaciones humanas fundamentales a la luz del señorío de Cristo. En ambas epístolas, Pablo exige que las creencias y prácticas de los creyentes se alineen con su confesión de Cristo como el único Señor sobre todo.
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