En el Tribunal de Cristo no se verá si alguien es salvo o no; únicamente se verán las obras que realizó en el servicio a Dios mientras estaba en la tierra para darle su recompensa o galardón. Es para lo único que se consideran las obras del creyente. El del Tribunal de Cristo es, pues, otra clase de juicio. En él se puede recibir una recompensa; pero también podemos ser avergonzados.
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