La soledad constituye una herramienta eficaz para desconectarnos de tanta hiperactividad e hiperconectividad que a menudo saturan nuestra vida. Desde ese encuentro con la soledad se nos permite estar más presentes, reestablecer prioridades y recuperar una perspectiva más adecuada.
Abrazar la soledad implica dejar de luchar contra un constante estado de agitación y tensión que a veces nos agobia; asumir con naturalidad que la soledad nos visitará en algunos períodos de la vida y que estará presente en ciertos momentos, ya que es algo común a nuestra condición humana.
Abrazar la soledad nos enseñará a obtener la mejor versión de nosotros mismos, llegando a disfrutar de una plena autonomía. Y ello nos capacitará para llevar una vida más autosuficiente y satisfactoria, tanto organizativa como emocionalmente.
Abrazar la soledad nos aportará sanidad. Por una parte, permitirá que nuestra mente se relaje y descanse en medio de la fatiga sensorial y ambiental en que nos toca vivir. Por otra, nos ayudará a crear un entorno de reflexión y valoración serena para nuestra vida.
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