Tal vez aún recuerdes el instante en que te ofendieron, el momento exacto del día, o la mirada de la otra persona, cuando tus esperanzas y sueños fueron estropeados por alguien en quien confiabas. Y desde entonces tu vida se ha detenido, saboteada por un resentimiento que no has podido superar o sueños de venganza que te han dejado insensible o indiferente hacia la vida.
Quizás las cosas de la vida diaria y las relaciones con otras personas te han dejado con un nudo en el estómago y un corazón lastimado.
Me he sentido apremiada a escribir este libro porque sé que muchos creyentes enfrentan a diario los efectos en cadena de la falta de perdón, de una u otra manera. Es algo que afecta a hombres y mujeres, adultos y jóvenes, casados y solteros, ricos y pobres.
Puede ser la respuesta a ofensas indescriptibles, algunas de las cuales pueden extenderse por décadas, o a insultos y agravios momentáneos que, si bien parecen microscópicos, duelen.
He visto cómo la falta de perdón causa estragos en los matrimonios, las iglesias, los centros de trabajo y los ministerios. He visto cómo destruye amistades de mucho tiempo.
El autor de Hebreos nos dice: "Miren bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" (He. 12:15).
Mi oración más profunda es que tú puedas "alcanzar la gracia de Dios"; que puedas liberar a cada rehén que tengas cautivo en la prisión de tu mente y de tus emociones... y que al hacerlo también encuentres tu libertad.
Este es el plan de Dios para tí. Y es la voluntad de Dios para tu vida.
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