"El hombre no puede ser señor de nada, mientras le teme la muerte. Al que ya no teme la muerte, todo le pertenece." - Leon Tolstoy
"Gracias. Usted fue la persona que me ayudó a llorar adecuadamente cuando estaba destrozada por la muerte de mi hijo". Estas sencillas palabras fueron todo lo que me dijo una mujer quince años después de una conversación que yo ni siquiera recordaba. Su testimonio de gratitud me dio mucho que pensar y centró mi atención en una serie de preguntas que me rondaban por la mente hacía ya tiempo: ¿Qué quiere decir "llorar adecuadamente"?¿Hay algún duelo "bueno"?¿De qué maneras prácticas podemos ayudar a las personas que sufren por una pérdida significativa?¿Estamos preparados para consolar a los afligidos por la muerte de un ser querido?¿cómo se entienden algunas muertes prematuras e incomprensibles? La fe en un Dios personal, ¿supone una diferencia real en ese proceso de duelo?
En estas páginas nos centraremos en dos tipos de pérdida: la muerte de un ser querido y el divorcio. Nuestro objetivo es ayudar a quienes se han visto afectados por el sufrimiento propio de estas dos formas de separación.
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