Independientemente de nuestra posición en determinadas doctrinas, tenemos el deber de reexaminar ciertas nociones que damos por sentadas, que forman parte de nuestra cultura cristiana contemporánea y que ni siquiera nos hemos molestado en analizar por propia iniciativa. Decimos "amén" rutinariamente y nos quedamos tan tranquilos, sin verificar lo que acabamos de oír o de leer, aunque sepamos lo que Pablo advirtió a Timoteo sobre el cuidado que debía tener de sí mismo y de la doctrina.
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