Para muchos, la fe reformada es algo así como una pesada losa de granito con una teología apta sólo para iniciados y que está muy bien como pieza de museo, pero que no es adecuada para el día de hoy, ya que se asocia muchas veces a los ambientes eclesiásticos más formales y gélidos.
No obstante su acento en las doctrinas básicas de la Reforma (pues no puede ser de otro modo, a menos que renunciemos a nuestras raíces), Una fe para el tercer milenio se abra ampliamente a la vida de piedad auténtica y una adoración genuina, a la ética cristiana y al mundo que nos rodea con los grandes aspectos de la realidad que nos toca vivir y todo ello construido sobre unos sólidos fundamentos bíblicos alejados del emocionalismo en boga.
El capítulo dedicado a la exposición de las principales doctrinas de la gracia hace uso de una dialéctica decidida, con respuestas firmes a las objeciones más comunes que se han hecho a algunas doctrinas calvinistas, pero siempre argumentadas con un análisis de los textos correspondientes de la Palabra de Dios. En esta línea siguen todos los autores de esta obra, la cual podría muy bien llevar por título "Doctrinas de la gracia".
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