Sea por ignorancia del tema o por falta de coraje, pocos son los pastores que se atreven a enfrentarse a los conflictos y problemas emocionales de sus miembros. Simplemente, los pasan por alto o piensan que una oración o la imposición de las manos solucionará el problema sin indagar en sus causas. Y es que resulta más fácil y cómodo concentrarse en los programas de crecimiento de la membresía o en el proyecto de edificación de un nuevo templo más grande que involucrarse en la vida privada de las personas. Pero esta no es la lección que aprendemos del Buen Pastor, que deja las noventa y nueve y va en busca de la descariada, levantándola del abismo, librándola de las zarzas y curando y vendando sus heridas.
Es una lástima que tantos cristianos, incluyendo muchos pastores, ignoren que en el Evangelio hay sanidad para el alma herida. Este libro arroja luz sobre este problema y establece algunas pautas a seguir, no tan sólo por los pastores, sino también por todo aquel que desee ser un instrumento en las manos de Dios para sanar al quebrantado de corazón y compartir el dolor con los que sufren en el alma.
Así, describe con claridad los síntomas y el diagnóstico de las reacciones emocionales y aporta la base bíblica para ejercer con éxito el ministerio de sanidad interior.
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