La vida en el siglo XXI presenta una realidad inquietante. La alteridad, el simple hecho de ser diferente de alguna manera, ha llegado a definirse como algo malo en sí mismo. El autor sostiene que si la palabra sanadora del Evangelio ha de ser escuchada hoy, la teología cristiana debe encontrar formas de hablar que aborden el odio al otro. ¿Hay alguna esperanza de abrazar a nuestros enemigos? ¿De abrir la puerta a la reconciliación? Retomando la metáfora neotestamentaria de la salvación como reconciliación, el autor propone la idea de la acogida como respuesta teológica al problema de la exclusión.
Cada vez más vemos que la exclusión se ha confertido en el principal pecado, sesgando nuestras percepciones de la realidad y haciendo que reaccionemos con miedo y rabia ante todos aquellos que no están dentro de nuestro (cada vez más estrecho) círculo. A la luz de esto, los cristianos deben aprender que la salvación llega, no solo cuando nos reconciliamos con Dios, y no solo cuando "aprendemos a vivir unos con otros", sino cuando damos el peligroso y costoso paso de abrirnos al otro, de envolverlo en el mismo abrazo con el que hemos sido envueltos por Dios.
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