En este libro, Thomas Watson (c. 1620-1686) prosigue con su exposición del Catecismo Menor redactado por la Asamblea de Westminster. Durante la era puritana, Watson fue uno de los predicadores más populares de Londres. Sus escritos se caracterizan por la claridad, la vivacidad y la riqueza espiritual. Esta serie de tres volúmenes, de los que este constituye el segundo, es una introducción idónea a la literatura puritana.
En pocas cuestiones difieren más los puritanos de los cristianos modernos que en su estimación de la importancia de los Diez Mandamientos. Afirmaban que los mandamientos eran lo primero que debía enseñarse al hombre natural en el cristianismo, y que debía ser la preocupación diaria del cristiano hasta el fin de sus días.
Watson examina en Los Diez Mandamientos la ley moral como un todo, además de extraer el sentido y la fuerza de cada uno de ellos en particular. Este volumen es de un valor inestimable si se tiene en cuenta la importante función que desempeña la ley en la vida cristiana y la evangelización.
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