De manera muy similar a lo que sucede con las ocas salvajes, al Espíritu Santo no se le puede seguir el rastro, ni domesticar. Por eso los celtas le daban ese nombre. Aunque tal vez pueda parecer sacrílego, al autor le parece la mejor descripción de lo que significa seguir al Espíritu a lo largo de la vida. La mayoría de las veces, muchos no sabemos ni siquiera hacia dónde nos dirigimos. Sin embargo, esa incertidumbre de las circunstancias también tiene otro nombre: Aventura.
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