Las tentaciones, pruebas, aflicciones y penas del creyente en Jesucristo muchas veces son vistas como males necesarios de la vida cristiana. La Biblia, sin embargo, revela que estas situaciones son buenas si el cristiano reconoce su verdadero propósito y las enfrenta con la actitud correcta. ¡En realidad las pruebas perfeccionan a los perfectos! Parece paradójico pero al estudiarlo bien, incluyendo las pruebas y tentaciones de Jesús, tenemos que admitir que es la verdad.
Nuestras pruebas no tienen el fin de comprobar nuestra debilidad, sino la gloria y el potencial de la nueva criatura que hemos llegado a ser por nuestro nuevo nacimiento. Debemos empezar a ver nuestras vidas como semillas: son pequeñas pero contienen el potencial completo de su verdadera identidad. Las presiones de la vida no destruyen la semilla, sino que proveen las condiciones para que desarrolle todo su potencial. Como dice la misionera Christine Caine: "A veces, cuando estás en un lugar oscuro, crees que te han enterrado, pero en realidad has sido plantado."
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