El profesor William Abraham afirma en este libro que la evangelización no es una labor cualquiera, es un arte. Por consiguiente, debe ser llevado a cabo con cuidado, ha de ser emprendido con seria reflexión y colocarse en el marco de la estrategia global de la vida eclesial.
Es más, sostiene que no se consiguen más cristianos por el simple hecho de difundir palabras a la gente, sino más bien por el interés, preocupación cuidado y amor que refleja ante los demás una comunidad cristiana que toma muy en serio la Biblia y pone en práctica sus creencias.
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