Entre los escritos bíblicos que más llaman la atención del creyente contemporáneo se encuentra, sin duda alguna, el libro de Josué, la obra cuasi-épica que nos narra la introducción del antiguo pueblo de Israel en Palestina, la entonces llamada Tierra de Canaán, para conquistarla y apoderarse de ella en cumplimiento de las promesas divinas otrora reveladas a Abraham, Isaac y Jacob. Su peculiar contenido, no siempre fácil de comprender por lectores y estudiosos contemporáneos, se ha prestado desde hace tiempo a arduas discusiones que apuntan al estado del texto hebreo original y su transmisión, así como a la certeza histórica de sus narraciones. Penosa tarea representa, por ende, la redacción y composición de un comentario adecuado de este libro, un comentario que sepa dar respuesta exacta a estos interrogantes, al mismo tiempo que vehicular la esencia espiritual de su contenido, pues no hay que olvidar que Josué, como todos los escritos de la Santa Biblia, es por encima de todo la Palabra Viva del Dios Vivo revelada a los hombres.
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