La vida y vocación de Jeremías está bien documentada. Tuvo que enfrentarse a enemigos, sufrió persecuciones y murió en el destierro forzado de Egipto.
Nos ha dejado las más impresionantes confesiones personales de toda la tradición bíblica.
Combatió desde la palabra de Dios contra reyes-príncipes-sacerdotes-pueblo, en un tipo de guerra más alta que se opone a las guerras de este mundo.
Jeremías impulsó la reforma yahvista y anunció la restauración del conjunto de Israel, denunció la injusticia y la contaminación del culto; animó a los exilados judíos de Babilonia y, tras la
destrucción final del templo fue llevado a Egipto donde murió.
Es, probablemente, el autor más conocido de su tiempo; un hombre cuya biografía interior conservamos.
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