Vivimos en una época en la cual hay indicaciones alentadoras de que Dios está creando un hambre de reforma bíblica y un compromiso con ella en muchos de sus hijos. Se están levantando iglesias, tanto en nuestro propio país como en el extranjero, en las cuales las perspectivas bíblicas sobre la predicación, la adoración, la evangelización y la administración eclesial responsable se manifiestan claramente. Por estas cosas debiéramos estar profundamente agradecidos.
Sin embargo, si estas indicaciones tangibles de un regreso a las perspectivas y prácticas bíblicas no están unidas a una reforma igualmente demostrable con respecto a la oración intercesora como una tarea ministerial y un privilegio, entonces mucho de lo que se ha obtenido quedará abortado.
Al abordar este tema crucial, el señor Bradford presenta un convincente caso bíblico a favor del deber de la intercesión ministerial, utilizando preceptos y precedentes de la Biblia como su fundamento. Lo que él establece sacado de la Biblia, lo ilustra después ampliamente acudiendo a la pluma de eminentes siervos de Dios en generaciones pasadas. A menos que el corazón de un hombre quede indiferente bajo el peso de la Biblia, y a menos que sea insensible a las palabras de hombres que fueron luces brillantes y ardientes en su generación, uno no puede evitar ser movido a la convicción, al arrepentimiento y a la reforma por la lectura en oración de este breve tratado.
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