El pensamiento de Roger Williams, sólidamente anclado en las Escrituras, sigue siendo extraordinariamente relevante en nuestros días.
No se pueden entender los derechos fundamentales del ser humano sin una apelación a la libertad de conciencia como el primero y el más básico de todos ellos. En la lucha por la libertad de conciencia no hay figura más destacada que la del puritano Roger Williams (1603-1683). Extraordinariamente dotado para los idiomas e hijo de una próspera familia de comerciantes, fue educado en Cambridge a instancias del gran jurista Sir Edward Coke. Su llegada a América en 1631 fue determinante para el futuro de lo que después serían los EE. UU.
Pronto dejó entrever sus principios, que le llevaron a la fundación del primer Estado moderno donde se respetó completamente la libertad de conciencia, Rhode Island. Roger Williams es, asimismo, conocido por su distintiva aportación a la crucial separación Iglesia-Estado, asentada en la aspiración al poder democrático de acuerdo a la Ley, como el objetivo al que debe tender toda sociedad moderna.
Amigo personal del Protector de Inglaterra, Oliver Cromwell, y del poeta John Milton, fue, al mismo tiempo, pionero en la evangelización de las naciones indias de Norteamérica. En esta labor apeló al ejemplo personal y a la persuasión, en vez de a la imposición, como el único camino a transitar a la hora de transmitir el mensaje del evangelio por parte de aquellos que se consideran discípulos de Cristo.
En nuestras sociedades crecientemente plurales, el pensamiento de Roger Williams, sólidamente anclado en las Escrituras, sigue siendo extraordinariamente relevante. Así, en nuestros días, las reflexiones de Roger Williams han cobrado una nueva vida en los actuales debates sobre temas tan pertinentes como los de la libertad de expresión, los límites del Estado en una sociedad democrática y la tolerancia. El conocimiento de la posición de Roger Williams resulta esencial para la articulación de una nítida posición evangélica sobre la libertad y la dignidad de todo ser humano en pleno siglo XXI.
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