“Anda, toma para ti una mujer ramera”. Estas son las primeras palabras que Dios habló a Oseas. El retrato pesimista que nos hace el profeta es nuestra dura lección. Todos nosotros hemos actuado como la ramera al abandonar a Dios y sus caminos. De manera muy imaginativa, Derek Kidner nos lleva a recorrer la historia de Oseas y su esposa, mientras nos expone el mensaje básico, señala las sutilezas y anima al lector a llevar una vida digna del Dios que ama a los que el mundo ha rechazado.
El llamado de Hageo a hablar en nombre de Dios se sitúa en un momento complejo de la historia. El profeta se encontraba en una época de inercia y apatía, con una vida espiritual muy apagada. Además, había una situación política relativamente asentada y un cierto nivel de confort, lo cual creaba una aversión a escuchar la palabra de Dios y a actuar en consecuencia. El mensaje de Hageo es breve, pero su profecía aborda cuestiones relevantes y llevó a un gran cambio de vida a aquellos que la escucharon.
Uno de los rasgos más llamativos del libro de Malaquías es la forma en la que el pueblo de Dios contradice o cuestiona cada una de las palabras divinas. Además, no tiene el entusiasmo suficiente para servir a Dios de todo corazón, pero tampoco le desobedece de forma patente; encontrándonos aquí ante un peligroso remolino de autoengaño. Peter Adams muestra cómo Malaquías es remedio eficaz de Dios para esta situación. El mayor de los pecados del pueblo de Dios es el pecado contra Dios mismo.
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