Aquí, hay un llamado al cristianismo holístico: un reto a ser pensadores comprometidos y serios respecto a conocer a Dios, a ser sentidores que laten con pasión por Jesús y su evangelio, y ser hacedores que se esfuerzan por hacer grandes actos de amor por otros. Nuestro Salvador mismo nos muestra que el cristianismo holístico se compone de mente, corazón y manos. Él nos enseña también que la vida cristiana es multidimensional: pensar, amar y hacer son conceptos que no se pueden reducir ni separar.
0
0 opiniones