Nuestros apetitos dictan la dirección de nuestras vidas; ya sean los anhelos de nuestro estómago, el deseo apasionado por las posesiones o el poderm o nuestro amor espiritual por Dios. Pero, para el cristiano, el hambre de otra cosa que no sea Dios puede ser un archienemigo; mientras que el hambre de Dios, y solo de él, es lo único que nos proporciona la victoria.
¿Sientes hambre de él? Tal y como Jhon Piper dice: "Si no sientes un poderoso deseo de que se manifieste la gloria de Dios, no es porque hayas bebido y te hayas saciado. Es porque has estado picoteando demasiado de la mesa del mundo. Tienes el alma llena de pequeñas cosas, que no dejan espacio para las importantes". Si estamos llenos de lo que ofrece el mundo, estonces quizá el ayuno exprese, o aun aumente, el apetito de nuestra alma por Dios.
Entre los peligros de la negación de uno mismo y la autoindulgencia, hallamos el camino del dolor agradable llamado ayuno. Este es el dendero que Jhon Pioer te invita a recorrer en este libro. Porque cuando Dios es el ha,bre suprema de nuestro corazón, él será supremo n todas las cosas. Y cuando te sientas más satisfecho en él, será cuando más se glorifique en ti.
John Piper sirvió como pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Bethlehem en Minneapolis, Minnesota por 33 años. Es autor de más de 50 libros, entre ellos cuando no se disipan las tinieblas, Dios es el evangelio y Más vivo que nunca.
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