Fue el 6 de marzo de 1927 cuando Bertrans Rusell dio un discurso en Battersea Town Hall, al sur de Londres, titulado Por qué no soy cristiano. En su momento causó cierta sensación, en parte debido a la reconocida elocuencia del conferenciante y, en parte, debido a su absoluta franqueza. Treinta años después, su discurso se publicó en una colección de sus ensayos. Ocupaba el capítulo 1 y daba su título a todo el libro.
En su prefacio, Bertrand Russell escribió:
"Creo que todas las grandes religiones del mundo... son falsas y dañinas."
Al escribir este breve libro titulado Por qué soy cristiano, Stott no pretende rebatir punto por punto los argumentos de Russel, porque lo reconoce como un discurso brillante desde el punto de vista filosófico y matemático. Pero también reconoce que deben presentarse ciertos argumentos a favor del cristianismo que Russll no presentó y que, quizá, ni siquiera consideró.
En su prefacio, Stott escribe:
"No porque la fe cristiana sea atractiva, sino porque es verdadera."
Nuestra nostalgia de por vida, nuestro anhelo de reunirnos con un algo en el universo del cual ahora mismo nos sentimos separados, nuestro deseo de estar en el lado de dentro de una puerta que siempre hemos visto desde afuera: éstas no son ilusiones neuróticas, sino el más claro indicio de nuestra verdadera situación.
John Stott (1921-2011) fue uno de los predicadores y líderes cristianos de mayor prestigio en nuestros días. Fue pastor y autor de más de 40 libros traducidos a más de 60 idiomas. Con sabiduría y autoridad, comparte las enseñanzas bíblicas de una forma profunda pero a la vez práctica y directa. Sus escritos son joyas en cualquier biblioteca, y obligatorios para quien desee acercarse al texto bíblico con una lectura fiel y seria.
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