Cuando vivía en América Latina entre los creyentes en Cristo se usaba mucho la siguiente expresión: mi vida espiritual. En conversaciones entre hermanos se oía a menudo la pregunta: "¿Cómo está tu vida espiritual?". El contenido de las respuestas casi siempre incluía la lista de actividades que eran consideradas las más espirituales: orar, leer la Biblia, ayunar, asistir a las reuniones de la iglesia, ofrendar y diezmar.
Pero la Biblia no hace una división entre lo que es espiritual y las demás actividades de la vida, sino que exige y espera que la totalidad de nuestra vida sea espiritual, ya sea que limpie mi casa o lea la Biblia. Por consiguiente, una espiritualidad completa va a incluir también mi manera de manejar el dinero y los recursios materiales que tengo disponibles.
Estyduar el tema del dinero y las riquezas, y cómo Jesús y el Nuevo Testamento lo presentan, es algo muy revelador, porque la forma en que manejamos estos recursos tiene un impacto decisivo en nuestra relación con Dios.
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