La mayoría de las iglesias cristianas reconocen que Jesucristo dejó instaladas dos ordenanzas que seben cumplir: el bautismo en agua y la Santa Cena.
Mediante el bautismo, el cristiano siempre puede recordar que murió a la vida vieja, que fue sepultado juntamente con Cristo, pero también recibió el poder de resurrección que le capacita para vivir esta nueva vida que ahora tiene. En el lenguaje del Nuevo Testamento, por el bautismo hemos llegamos a ser parte y miembro de un organismo vivo que se llama el cuerpo de Cristo.
La Santa Cena es la celebración de un pacto ya concluido y firmado, un recordatorio del fundamento del pacto que Jesús aseguró en su primera venida y, a la vez, una proclamación profética de que todo lo demás también se cumplirá hasta la culminación de los planes del Padre para nosotros. También es una oportunidad para cada cristiano de evaluar la calidad de su relación con Dios y el cuerpo de Cristo, la iglesia.
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