La muerte de Jesucristo fue un asesinato. Fue el pecado más impresionante que jamás se haya cometido contra alguien. En el momento clave de toda la historia humana, ese pecado sirvió para mostrar la mayor gloria de Cristo y obtener el don de la gracia de Dios. Dios no solamente derrotó el mal en la cruz sino que hizo que el mismo mal se auto destruyera. Es como si el mal hubiera cometido suicidio al ejecutar su peor maldad.
El significado del mal es cualquier cosa que se opone a la plena manifestación de la gloria de Cristo. En la muerte de Cristo, los poderes de la oscuridad hicieron su mayor esfuerzo para destruir la gloria del Hijo de Dios. Esa fue la cúspide del mal. Pero en vez de lograr su cometido, Satanás siguió el guión de la profecía bíblica y protagonizó el papel asignado por Dios.
Precisamente al llevar a Cristo a la muerte, el mal exhibió la gloria de Dios, la mismísima gloria que intentaba destruir. La cúspide del mal sirvió para alcanzar la cúspide de la gloria de Cristo que es la gloria de la gracia.
John Piper sirvió como pastor de predicación y visión de la Iglesia Bautista Bethlehem en Minneapolis, Minnesota por 33 años. Es autor de más de 50 libros, entre ellos No desperdicies tu vida, Dios es el evangelio y Más vivo que nunca.
0
0 opiniones