"Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados."(Mt.5:4 - LBLA)
Este versículo contiene una aparente contradicción: ¿estar feliz y triste al mismo tiempo?, ¿es eso posible? La primera observación necesaria es reconocer que esta bienaventuranza no es para los que están tristes, sino para los que lloran.
La tristeza es una condición emocional mientras que estar en duelo es una actividad consciente. Así que, frente a la pérdida de alguien a quien amamos es importante hacerlo de la mejor manera posible.
En este tomo, Hans-Claus Ewen, nos permite asomarnos a sus emociones más íntimas, producto de haber perdido a su mamá, a su esposa, a su hermana mayor y a su cuñado en un período de siete años.
Las reflexiones bíblicas que aquí nos presenta a la luz de sus propias experiencias pueden llegar a ser una herramienta muy útil para todos los que hayan sufrido -o estén sufriendo- una pérdida dolorosa.
El duelo es un asunto personal y se vive como un proceso individual, por lo tanto no estamos exentos de cometer errores. Es reparador saber que también puede ser vivido como una oportunidad para tener una relación más profunda con Dios al tiempo que cambiamos y somos bendecidos.
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