Leemos sus libros, sus comentarios, sus sermones, y los admiramos por su grandeza. Los miramos como unos gigantes de la fe casi perfectos, encerrados pacíficamente dentro de su estudio, escribiendo sin descanso, sin que los molestaran, que disfrutaban de una unión mística con Dios que solo ellos podían conocer.
Sin embargo, John Piper recoge la verdad: Su experiencia de la majestad y la gracia de Dios en su debilidad, y frente a una cantidad incontable de injusticias y adversidades, fue la que lo cambió todo en sus vidas. Fue la que llevó a Agustín a abandonar los frívolos gozos del mundo, a Lutero al estudio continuo de la Palabra, y a Calvino, no solo a una predicación bíblica infatigable, sino también a proclamar: «Preferiría morir cien veces, a someter a Cristo a... asquerosas burlas». Y puede tener ese mismo efecto en la vida de usted. Si alguna vez se comienza a sentir satisfecho con el pecado, si alguna vez pierde el gozo de Cristo, si alguna vez lo embotan las influencias del mundo, la vida de estos hombres lo puede ayudar a captar de nuevo las maravillas de Dios.
Y por eso, John Piper lo lleva hasta los tiempos de Agustín, Lutero y Calvino, invitándolo a observar sus imperfecciones, leer acerca de su transformación y contemplar el reflejo de Dios en su vida, para que la suya se sienta inspirada a una pasión mayor por la gloria de Dios.
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