Filipenses es una maravillosa combinación de ternura y firmeza. La autoridad del apóstol está constantemente presente en la carta. Pablo escribió esta carta por dos razones principales de orden práctico: para agradecer a los filipenses la generosa ofrenda que le han enviado; y para explicar el regreso a Filipos de su “hermano y colaborador”, Epafrodito. Aparentemente, el plan inicial era que este se quedara con Pablo para ayudarlo. Su regreso inesperado, pues, necesita explicación.
Los filipenses han abrazado el mismo evangelio que salvó a Pablo y que él predicaba. Experimentan con él tanto las bendiciones de la salvación como las luchas implícitas en la santidad vivida en medio de un mundo impío. Pablo está profundamente agradecido a Dios por ellos y los tiene en su corazón. Ya son una parte suya, no solamente de su ministerio, sino de su mismo ser.
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